Mejor nuestro Raphael que John Lennon

El resumen de “Imagine”, la mítica canción de Lennon, viene a ser esto: “El presente es un asco, porque vives apegado a la patria, la religión y la propiedad privada reservada para ti y tu familia; renuncia a todo eso y serás feliz y crearemos entre todos un futuro maravilloso”.

¿Y no es eso una pesadilla? Al menos lo sería para mí, porque la familia, donde he nacido y engendrado y donde espero morir, es aquello para lo que me esfuerzo en mi trabajo diario, y la propiedad privada es aquello que me permite tener poder, intimidad, independencia y libertad; la patria es la comunidad histórica que he heredado y me ha dado una identidad cultural y unos lazos comunes con mis vecinos; y la religión es lo que da sentido último a mi existencia. Si renuncio a todo eso, ¿en qué me quedo? En un individuo sin lealtad a la familia, sin patriotismo, un animalillo más del cosmos, sin sentido de la trascendencia y sin un reducto donde refugiarme y desde donde pelear y desde donde ser generoso con los amigos y con quienes me dé la gana. ¿Cómo puede haber gente que cante esa canción con los mecheros encendidos? 

Lennon no quiere al hombre normal, el que se enamora y quiere tener hijos y una casa en el país que ama, el que reza a Dios y piensa que sus abuelos están en el Cielo. Lennon canta a otro hombre que desprecia el presente en aras del futuro. Así que “Imagine”, con su aparente amor a la humanidad, genera más misantropía, porque ¿cuál es la razón de que no alcancemos ese paraíso que la canción promete? La razón es gente como yo, que está dispuesta a defender con uñas y dientes su casa, su familia, su patria y su religión. Y, dado que la gente como yo es tanta, los partidarios de la utopía futura acaban odiando a la gente y pidiendo Soluciones Definitivas, Reinicios Mundiales, Ingenierías Sociales, igualdad en dignidad con los animales, reducciones de la población, y otras burradas siniestras.

¡De qué diferente manera nos trata Raphael con su magnífica canción “Digan lo que digan”! Con mucha más humanidad, simpatía y realismo. La canción la compuso además Manuel Alejandro en 1967, antes que Lennon la suya. Si este nos quita casa, patria y cielo, porque el hombre normal no le gusta, aquel Alejandro no nos quita nada, porque sí que le gustamos como somos. Esta canción es el himno del sentido común y del realismo y del optimismo bien fundado en el conocimiento de nuestra naturaleza. Y además nuestro Raphael la borda. Se nota que, mientras la canta, sabe que los hombres quieren llevarse bien unos con otros, y que quieren tener hijos en un país que apoye a los buenos frente a los malos, y que no tienen voracidad por disfrutar en esta vida de todos los placeres como si no hubiera un más allá ni por esquilmar el mundo como si no tuvieran hijos y nietos.

¿Y quiénes son “los demás” del estribillo? La minoría gritona de los ideologizados, guiados por los ideólogos, que creen saber qué necesita esa mayoría que no les gusta; son los que quieren echarlo todo abajo y crear un Nuevo Hombre, un Nuevo Mundo, una Nueva Verdad; y como la gente, con toda la espontaneidad de su sana naturaleza, se resiste, necesitan decir mucho, gritar mucho, encender muchos mecheros cantando la cancioncita para presentar como deseable ese futuro infierno.

La solución contra “Imagine” es cantar con los brazos abiertos “Digan lo que digan”, de nuestro Raphael.

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