Mirmecología y nanotecnología aplicadas (en ti)

Mirmecología y nanotecnología aplicadas (en ti). Lomas Cendón

Las hormigas, así como los humanos en su orden primate, tienen el cerebro más grande del reino en proporción a su masa corporal. Cualquiera diría que eso convierte a la hormiga en el más inteligente de los insectos y se equivocaría: su inmenso cerebro está al servicio de la mente colectiva del hormiguero, lo que André Van Lysebeth llamó overmind. Si sacas a una hormiga del hormiguero y la alejas varios kilómetros, empezará a girar en círculos, se retorcerá en espasmos y morirá en pocos minutos. Parece que hay un lazo sutil de dependencia entre la hormiguita y su colectivo. Durante años se pensó que era exclusivamente químico: cada hormiguero tiene su olor propio; si pones una hormiga en un hormiguero que no es el suyo, será interceptada y rechazada por esa identificación bioquímica, algo parecido a nuestro pasaporte sanitario. Sin embargo, los entomólogos no conseguían entender la misteriosa dependencia psicológica y física de las hormigas sólo a través de las feromonas, hasta que estudiaron la complejidad e importancia de la estridulación, es decir, la vibración que las hormiguitas generan con su cuerpo para comunicar información entre ellas. Forman, con todo rigor, una red social con la que comparten el Big Data de la experiencia de pertenecer a ese hormiguero y, para ello, necesitan emitir y recibir una misma amplitud de onda en la estridulación continua del hormiguero. Si se cambia esa vibración, la hormiga no sólo se muestra en su verdadera estupidez individual, sino que enloquece en soledad y muere.

Nosotros, seres humanos, tenemos más cosas en común con las hormigas que el cabezón. Dicen que somos primates… ¡y qué más nos gustaría que vivir como primates! La verdad es que desde que vivimos como modernos, en los edificios colmenas de vidrio y hormigón de las grandes ciudades, y vamos a trabajar amontonándonos en el metro o los atascos de tráfico, estamos más hermanados con las hormigas que con los simios. ¡Imagina disfrutar de la libertad y variedad sexual del bonobo, o de la salud mental y respiratoria del gorila de las montañas! ¡Olvídate! Lo nuestro es más bien un híbrido entre hormiga, ladilla y cucaracha: ir al trabajo, trabajar, volver del trabajo, chupar cuando se pueda y escapar corriendo cuando nos quieran pisar. En cuanto a la organización social, nuestro modelo es el de las hormigas de manera estricta: una única clase social trabajadora (hormigas obreras), de la que eventualmente se extrae un obediente funcionariado policial (hormigas soldado) al servicio de una élite (hormiga reina) que dispone de alas para volar y tener una perspectiva desde arriba. Las hormigas obreras y soldado, siempre a ras de suelo, bastante tienen con cargar hojas, ir y venir, trabajar, cuchichear entre ellas, pasarse información terrenal de dónde ha caído la piruleta de un niño, acatar las órdenes del overmind, defender y sacrificarse por el hormiguero. Un buen día, la reina hace un vuelo nupcial, y vuelta a empezar: otra élite con alas y abdomen abultado funda otra colonia penitenciaria, otro hormiguero, otra civilización, otra humanidad. Todos contentos. El sistema funciona muy bien… ¿Seguro? ¡Sí, al menos, para las hormigas! Pero con los seres humanos, este sistema siempre ha mostrado errores. ¿Cuáles? Pues que con frecuencia hay tipos como yo que escriben textos como este y tipos como tú que lo leen. Siempre se dan díscolos, incordios, tabarras que insisten en ser individuos. Todo sistema social humano muestra imperfecciones, fístulas anales que le salen en forma de contumaces librepensadores. Y ese es el momento crucial y único en el que esta humanidad se encuentra en 2021: por primera vez en nuestra historia la tecnología permitiría arrasar esos incómodos errores sistémicos y sumergir a la humanidad en una única mente de colmena al servicio de una reina gorda a la que todos obedecen y nadie ha visto, llamada Inteligencia Artificial. 

¡Ya va siendo hora que se deje de tratar esto como ciencia-ficción y se abran los ojos! Los coreanos Jinwoo Cheon, Jung-Uk Lee, Wookjin Shin, Yongjun Lim, Jungsil Kim, Woon Ryoung Kim, Heehun Kim, Jae-Hyun Lee publicaron este año 2021, Non-contact long-range magnetic stimulation of mechanosensitive ion channels in freely moving animals, para mostrar los avances en el control neurológico y comporamental a través de la estimulación magnética de forma remota, aplicada en mamíferos superiores, incluidos primates. ¿Traduzco? Ya existen medios tecnológicos para manipular tu sistema nervioso central (en definitiva, tu comportamiento, tu estado de ánimo, tu identidad, tus pensamientos) a través de campos electro-magnéticos. En última instancia, se podría modificar información genética de cualquier tipo de célula. El trabajo de estos coreanos es sólo una puntita del iceberg del grueso de la magneto-genética a través de nanotecnología desarrollada por el entramado militar y sus armas climáticas y psicotrónicas, y que deja ver su estela civil en las nuevas neuro-terapias biotecnológicas aplicadas en psiquiatría. ¿Vuelvo a traducir? Si aseguran que pueden curar tus neuronas a distancia a través de ondas, también pueden arrasarlas y desgraciarte con la misma tecnología. ¿Pero qué necesidad habría de hacer eso?

Todos ya hemos oído hablar de Internet de las Cosas (Internet of Things) aunque pocos se hayan preguntado qué cosas son esas. O, mejor dicho, quiénes son esas cosas. Cito textualmente a Kevin Ashton, el célebre ingeniero del MIT al que se le atribuye su invención: “Los diagramas convencionales de internet, dejan fuera a los routers más importantes de todos: las personas. El problema es que las personas tienen un tiempo, una atención y una precisión limitados, y no se les da muy bien conseguir información sobre cosas en el mundo real. Y eso es un gran obstáculo. Somos cuerpos físicos.”Traducción literal: tú y yo somos las cosas más codiciadas para Internet of Things y nuestro cuerpo físico es el principal impedimento para conseguirlas. ¿Cómo se las ingeniarán para entrar en tu cuerpo?

Volvamos a las hormigas. Se dijo que las obreras (el 99,9% del hormiguero) dependían absolutamente de una enigmática red de sonidos, ondas, vibraciones y mensajes bioquímicos con la que operan como colectivo.Digamos que la hormiga reina no tiene Internet 5G porque no lo necesita.  Así, la masa de hormigas podrá llegar a comportarse como un fluido o construir puentes y estructuras con sus cuerpos. Cada obrera siempre estará localizada y les resultará imposible perderse, aunque se alejen.  A través de esa misma red, se puede también identificar hormigas enfermas o disfuncionales que supongan algún tipo de amenaza a la comunidad, así como excesos de población indeseados. No sólo eso: en caso de emergencia, habrá un programa de autodestrucción que se activará a su debido tiempo, como vimos con la hormiguita desterrada que agonizaba en soledad. Compruébese que la perfecta armonía del hormiguero depende de esta Inteligencia Colectiva a la que todas las hormigas están conectadas; un descomunal Big Data que emite y recibe información de las hormigas que, a diferencia de nosotros tal vez, tienen unas antenitas que forman parte de su cuerpo. Y digo tal vez, porque la duda es el principio de la sabiduría.

Resulta muy ingenuo (idiota, diría yo) pensar que en 2021 no supone una irresistible tentación para el Poder perfeccionar el sistema con una colectivización parecida a la de las hormigas a través de la sinergia de Big Data, Internet of Things e Inteligencia Artificial. Sobre todo, cuando ya existe la tecnología para ello. Magneto-genética y Neuro-ingeniería remota con nanotecnología basada en el grafeno, pueden aplicarse en el control poblacional global, tanto demográfico como comportamental, tanto neuronal como psicológico, tanto físico como mental, a niveles casi absolutos. El único obstáculo para un proyecto de esas dimensiones consistiría en la dificultad de inocular las nano-partículas necesarias para ello a toda la población mundial sin su consentimiento, engañada y convencida de que es por el bien de su salud. ¿Repito esta última frase?

Top