Historia de la publicación de El Capital (II)

Historia de la publicación de El Capital (II). Daniel López Rodríguez

Los dolores de parto de El Capital

Aunque durante el día Marx se dedicaba a los asuntos de la Internacional (desde septiembre de 1864), durante la noche se dedicaba a la redacción de El Capital. Esto recuerda un poco a cómo se distribuía el tiempo Benedictus de Espinosa, que durante el día se dedicaba a pulir lentes y por la noche a pulir su sistema filosófico. Pero en Marx ambas tareas estaban unidas indisolublemente.

Aunque durante la redacción su salud le pasó factura por su mala alimentación dado su gusto a la comida fuerte y picante. O así lo cuenta Engels en el prólogo del tercer libro de El Capital con fecha del 4 de octubre de 1894: «Entre 1863 y 1867, Marx no sólo escribió en borrador los últimos dos tomos de El capital y terminó el primer tomo, en manuscrito listo para ser envidado a la imprenta, sino que desarrolló también una labor gigantesca vinculada con la fundación y difusión de la Asociación Internacional de Trabajadores. Pero por ello, ya en 1864 y 1865 se presentaron los primeros síntomas de los trastornos de salud culpables de que Marx mismo no haya dado la mano definitiva al segundo y tercer tomos» (Friedrich Engels, «Prólogo» al tercer libro de El Capital, Traducción de León Mames, Biblioteca de los grandes pensadores, Barcelona 2003, pág. 3).

Marx, que era un fumador empedernido, decía que El Capital no le daría ni para pagar los cigarrillos que se fumaba mientras lo escribía. Según Liebknecht, «en parte fumaba y en parte masticaba, para conseguir un placer doble» (citado por Hans Magnus Enzensberger, Conversaciones con Marx y Engels, Traducción de Michael Faber-Kaiser, Anagrama, Barcelona 1999, págs. 189-190).

Desde el 1 de enero de 1866 hasta marzo de 1867 Marx venía revisando y pasando a limpio el tomo uno en su forma clásica como un «todo artístico». Todo esto mientras padecía graves enfermedades que llegarían a poner en peligro su vida, y un cúmulo de deudas que le oprimían el cerebro, a lo que hay que sumar la presión de las tareas preparatorias del primer congreso de la Internacional que se celebraba en septiembre de 1866 en Ginebra.

Para llevar a cabo la gigantesca tarea de escribir El Capital, Marx estudió más de 1.500 libros, que analizó y resumió. Pero la redacción de su magna obra no fue nada fácil, sobre todo, como decimos, a partir de septiembre de 1864 cuando sólo se podía dedicar a la obra por la noche tras estar todo el día ocupado en los asuntos de la Internacional, por lo cual el sobresfuerzo hizo que Marx enfermase en más de una ocasión.

El 11 de noviembre de 1866 Engels le escribía a Marx indicándole que su mala salud «es, en gran parte, este libro; en cuanto te lo hayas quitado de encima, serás otro hombre» (Karl Marx y Friedrich Engels, Cartas sobre El capital, Traducción de Florentino Pérez, Edima, Barcelona 1968, pág. 121).

Y así se lo comentó Jenny, su esposa, a Ludwig Kugelmann el 24 de diciembre de 1867: «Puede usted creerme, querido señor Kugelmann, que pocas veces se ha escrito bajo unas circunstancias más adversas; y realmente podría escribir una historia secreta en torno a él, que ofrecería muchas, infinitas preocupaciones calladas, miedo y tormentos». Y añadía que los lassellanos fueron los que con mayor rapidez acapararon en tomo I de El Capital, «con el fin de estropearlo. Pero no importa» (citada por Enzensberger, Conversaciones con Marx y Engels, pág. 253).

Cuando Marx tuvo que tratar con su madre por cuestiones de herencia ésta escribió: «Más le valdría a Carlos hacer un capital que escribir libros sobre él» (citada por Guichard, J., El marxismo. Teoría y práctica de la revolución, Traducción de José María Llanos, Editorial Española Desclée de Brouwer, Bilbao 1975, pág. 30).

Lo cual nos recuerda a la máxima de Thomas de Kempis: «Más vale sentir la compunción que saber definirla». Es decir, más vale el ejercicio que la representación, la praxis que la teoría.

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