La hegemonía de Prusia

La hegemonía de Prusia. Daniel López Rodríguez

Tras la guerra austro-prusiana se otorgó a una nueva unidad e identidad una constitución que entraría en vigor el 1 de julio de 1867, y por entonces la Confederación alemana liderada por Prusia abarcaba 23 Estados que se unificaban como estructura federal con el rey Guillermo I de presidente y comandante supremo del ejército y Bismarck como canciller, respondiendo sólo ante el rey. La confederación disponía de una Cámara elegida por sufragio universal con poderes limitados, y además de un Consejo federal en el que estaban representado los príncipes y las ciudades de la unión.

Austria siempre se opuso a la unificación de los Estados alemanes, sobre todo si estos iban a canalizarse bajo hegemonía prusiana; y el caso no es sólo que Prusia consiguiese dicha hegemonía, sino que además modificó el equilibrio europeo, convirtiéndose en la primera potencia del continente. La unidad económica y militar de Alemania ya era una realidad, pero todavía faltaba la unidad política que se conquistaría en la guerra contra Francia.

Marx y Engels, al igual que Napoleón III, erraron en el pronóstico de la guerra austro-prusiana al apostar por Austria con la consecuencia de un estallido revolucionario en Prusia, aunque tenían sus dudas respecto a si los berlineses se iban a levantar contra el Gobierno prusiano.

Engels, que era un experto en cuestiones militares, quedó completamente impresionado ante la aplastante victoria de Prusia en la Guerra de las Siete Semanas. «En los campos de batalla de Bohemia no fue derrotada sólo Austria, sino también la burguesía alemana. Bismarck le mostró que sabía mejor que ella lo que le convenía más. No cabía pensar siquiera en la continuación del conflicto por parte de la Cámara. Las pretensiones liberales de la burguesía habían sido enterradas para mucho tiempo, pero sus exigencias nacionales se cumplían cada día más y más. Bismarck hizo realidad su programa nacional con una rapidez y precisión que la asombraron. Y, después de mostrarle palpablemente, in corpore vile, en su propio cuerpo miserable, su decrepitud, falta de energía y, a la vez, su completa incapacidad de poner en práctica su propio programa, Bismarck, ostentando generosidad también con ella, se presentó ante la Cámara, ahora ya prácticamente desarmada, para pedir un proyecto de ley de indemnidad por el gobierno anticonstitucional durante el conflicto. La Cámara, emocionada hasta las lágrimas, aprobó el proyecto, ya completamente inofensivo» (Friedrich Engels, El papel de la violencia en la historia, Editorial Progreso, Moscú 1981, págs. 421-422).

En primavera, tras la victoria, Bismarck, tal y como tenía pensado, abolió la Confederación Germánica creada en el Congreso de Viena de 1815 y anexionó a Prusia varios Estados alemanes que dependían de Austria, además de anexionarse varios Estados del norte, constituyendo un parlamento o Reichstag con sufragio universal masculino que puso las bases para la fundación de la nación política alemana, el Segundo Reich o Imperio Alemán. Este era un programa que para sorpresa de muchos coincidía con el programa electoral y nacionalista político de los revolucionarios de 1848.

Marx y Engels se mofaron de las prolepsis de Bismarck y afirmaron que éste, ¡cómo no!, estaba al servicio del Zar que, a su vez, era aliado de la Francia de Napoleón III (no era la primera vez que Marx realizaba especulaciones conspirativas, pues creía que el primer ministro del Gobierno británico, Lord Palmerston, era agente del zar). «Antes de 1866, Alemania era para Prusia nada más que un territorio para anexiones que había que compartir con el extranjero. Después de 1866, Alemania pasó a ser un protectorado de Prusia, al que había que defender contra las guerras extranjeras» (Engels, El papel de la violencia en la historia, pág. 425).

El 7 de diciembre de 1867 Marx le escribía a Engels comentándole que «Prusia ha dejado de ser el país en donde se manifiesta, e incluso donde es posible una iniciativa científica cualquiera, en especial en materia política, histórica o social. Prusia representa actualmente el espíritu ruso y no el espíritu alemán» (Karl Marx y Friedrich Engels, Cartas sobre El capital, Traducción de Florentino Pérez, Edima, Barcelona 1968, pág. 150).

En 1869, un año antes de la guerra franco-prusiana, Marx sostuvo, ante el revolucionario francés Louis-Auguste Blanqui, que la unidad nacional alemana «sólo podría lograrse con una revolución alemana que acabara con la dinastía prusiana, que ha sido sierva de la moscovita, lo sigue siendo y siempre lo será» (citado por Jonathan Sperber, Karl Marx. Una vida decimonónica, Traducción de Laura Sales Gutiérrez, Galaxia Gutenberg, Barcelona 2013, pág. 347).

Dicho con la terminología del materialismo filosófico: Marx creía que la unidad de Alemania sólo sería posible desde la dialéctica de clases llevada a cabo desde la lucha en el vector ascendente, pero Bismarck y su Realpoltik mostraron al mundo que la realidad de Alemania fue posible desde la dialéctica de Estados organizada a través del vector descendente (aunque ésta está siempre codeterminada con la dialéctica de clases). Es decir, la unificación de Alemania no se llevó a cabo desde el vector ascendente por la acción revolucionaria de las masas (como se intentó en 1848-1849), sino que se realizaría desde el vector descendente del Estado prusiano a través, fundamentalmente, del poder diplomático y el poder militar. La unificación de Alemania no fue una revolución desde abajo, en todo caso fue una revolución desde arriba. No hubo revolución social sino guerra internacional en la que la nueva nación política, Alemania, impuso su paz en esa biocenosis llamada Europa.

La transformación de los diversos Estados alemanes en una nación política no se llevó a cabo por las fuerzas democráticas, y tras la brillante victoria de Prusia ante Austria en la Guerra de las Siete Semanas la burguesía se pasó definitivamente al bando de Bismarck. A Marx le disgustaría que su patria se unificase bajo «un cuartel prusiano». Y Mirabeau llegaría a decir en forma de quiasmo, tan caro en Marx, que Prusia no era un Estado con un ejército sino un ejército con un Estado.

Asimismo el modelo de unificación alemana pensado por Marx difería del de Ferdinand Lassalle, el cual creía en dicha unificación a través del liderazgo de Prusia y su monarquía, como efectivamente terminaría ocurriendo bajo la dirección de Bismarck. De hecho, Bismarck, con su política de «sangre y fuego», logró la unificación de Alemania y a su vez decapitó la unificación democrática y con ello todo peligro de revolución (luego Bismarck fue vencedor tanto a nivel de dialéctica de Estados como a nivel de dialéctica de clases).

Los seguidores de la Primera Internacional en Alemania, como Wilhelm Liebknecht y August Bebel, fieles seguidores de Marx, perdieron en su batalla por impedir la unificación de los Estados alemanes según los lineamentos reaccionarios que encabezaba Bismarck, aunque ambos se convirtieron en 1867 en los primeros representantes de los obreros revolucionarios en un parlamento burgués, desde donde se opusieron al militarismo prusiano (pero el prudente Bismarck, entablando negociaciones con el zar y el gobierno de Viena para derrocar a la Internacional, condenó a Liebknecht y a Bebel a dos años de cárcel por alta traición).

Antes de la guerra contra Francia y después de la guerra contra Austria, Prusia dominaba casi todos los Estados alemanes, salvo los de Baviera, Wutemberg y Hannover. Tras la guerra Austria quedó eliminada de Alemania y además perdería sus posesiones italianas, lo cual hizo que se convirtiese en una potencia esencialmente danubiana.

Tras la victoria prusiana en la batalla relámpago de Bohemia se dio por concluido el duelo Hohenzollern-Habsburgo por la hegemonía en Alemania que puso en marcha Federico II en 1740, aunque tras 1848 Austria había quedado muy debilitada en lo que a cuestiones alemanas se refiere, y el sistema del Congreso de Viena se puso en evidencia en la guerra de Crimea, pues al unirse al Imperio Británico y al Segundo Imperio Francés contra el Imperio Ruso se rompió la Santa Alianza y la Cuádruple Alianza (alianzas construidas contra Francia tras la derrota de Napoleón I).

La derrota de Austria en 1866 supuso la anexión del Véneto por parte del nuevo Reino de Italia, así como cuatro años después la derrota de Francia contra Prusia supuso la conquista de Roma, que durante la década de 1860 fue defendida por una guarnición de soldados franceses que en el verano de 1870 tuvo que retirarse para luchar contra Prusia y vendría a consumarse la unificación italiana.

Una de las causas de la derrota austriaca estuvo en que tuvo que hacer frente a los movimientos nacionalistas dada la estructural multinacional del Imperio, fundamentalmente los húngaros que ya habían organizado varias insurrecciones contra el centralismo de los Habsburgo. De este modo, en 1867 se formaría la monarquía dual austro-húngara con Estados confederados bajo el liderazgo de un solo soberano, Francisco José I, con una política exterior común pero con una política interior independiente. Desde entonces, aunque sobre todo tras la guerra franco-prusiana, Austria (Austria-Hungría), apartada del concierto alemán, volcaría su influencia hacia el sur y hacia el este, hacia los Balcanes.

Prusia se había consolidado como la gran potencia germana tras la guerra de los Siete Años, en la que junto a Hannover e Inglaterra se enfrentó a Francia, Rusia, Suecia, Sajonia y la propia Austria, la cual empezaría a entrar en una espiral decadente que finalmente culminaría en la derrota de 1918 que supuso el fin del Imperio.

En otros números de Posmodernia hemos comentado la guerra franco prusiana. Véanse los siguientes enlaces:

 

-«150 años de la guerra franco-prusiana (I)»: https://posmodernia.com/150-anos-de-la-guerra-franco-prusiana-i/.

 

-«150 años de la guerra franco-prusiana (II)»: https://posmodernia.com/150-anos-de-la-guerra-franco-prusiana-ii/.

 

-«150 años de la guerra franco-prusiana (III)»: https://posmodernia.com/la-guerra-franco-prusiana-iii/.

 

Y también sobre la consecuente Comuna de París:

 

-«La Comuna de París (I)»: https://posmodernia.com/la-comuna-de-paris/.

 

-«La Comuna de París (II)»: https://posmodernia.com/150-anos-de-la-comuna-de-paris-ii/.

 

-«La Comuna de París (III)»: https://posmodernia.com/la-comuna-de-paris-iii/.

 

-«La Comuna de París (IV)»: https://posmodernia.com/150-anos-de-la-comuna-de-paris-iv/.

 

-«La Comuna de París (V)»: https://posmodernia.com/150-anos-de-la-comuna-de-paris-v/.

 

-«La Comuna de París (VI)»: https://posmodernia.com/la-comuna-de-paris-vi/.

 

-«La Comuna de París (VII)»: https://posmodernia.com/150-anos-de-la-comuna-de-paris-vii/.

 

-«La Comuna de París (VIII)»: https://posmodernia.com/150-anos-de-la-comuna-de-paris-viii/.

 

-«La Comuna de París (IX)»: https://posmodernia.com/150-anos-de-la-comuna-de-paris-y-ix/

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