El muro

El muro. Oscar Cerezal

El otro día, en su discurso en la sesión de investidura el presidente, saliente y entrante, manifestó algo así como que había levantando un muro entre ellos, los buenos – la izquierda que apoya la amnistía y su forma de gobernar, más los nacionalistas e independentistas varios, incluidos los delincuentes- y el resto o sea los malos – las derechas, centristas o socialdemócratas críticos, izquierdistas errados, periodistas, jueces, abogados… o sea fascistas de distinto pelaje según la doctrina oficiosa de la progresía del ibex y el patinete-. O sea que el presidente del Gobierno decía que se necesita un muro que divida por la mitad a la sociedad. Todo amor y concordia. Rentable para sus intereses de poder a corto plazo, pero creo que nocivo para la estabilidad y futuro de una sociedad tan compleja y diversa como es la española, que es mucho más que Madrid o Barcelona, que los 175.000 militantes de PSOE e incluso que los miles de cargos públicos o asimilados, leales al que le de trabajo en estos momentos. Incluso estaría bien que cuando hablen de reencuentro con quienes piensan diferente, se acordaran de ese 49% de españoles que no han votado a quienes le sostienen en el gobierno a cambio de regalar la dignidad institucional y legal del país por 7 votos. Incluso podían pensar en los que le han votado sin saber –¿ingenuos a estas alturas?– que iba a hacer lo que ha hecho o en los que no han votado. Que un gobierno, nos enseñaban los mayores, lo es de y para todos no solo para los que uno coloca a su lado del muro.

Lo de la amnistía, muchas veces ya pienso que es un tema amortizable y casi superfluo, porque lo que es irremediable es haberles entregado la llave de la caja común, es decir del futuro de los que estamos aquí hoy y mañana del de nuestros hijos, a quienes solo buscan seguir siendo privilegiados a costa del resto. Cataluña y el Pais Vasco lo fueron desde inicios del siglo XX, lo reforzaron en el franquismo, lo apuntalaron en democracia y ahora parece que ya toca el remate final. Todo muy social y de izquierdas, si señor.

Pero no se engañen, la amnistía ha sido solo el señuelo, la dolorosa prueba que han exigido los independentistas de que todo es posible si de mantener a Sánchez se trata. Esto es el inicio de un nuevo «procés» o como marca la podemización de la izquierda, de un nuevo proceso constituyente en el que han decidido no preguntarnos a los ciudadanos. No vaya a ser que no estemos de acuerdo con sus consecuencias.

Para sostener ese muro, el presidente ha nombrado un consejo de ministros lleno de fieles. Mantiene al nucleo duro que le ha acompañado, incluida la inane Yolanda Díaz, y lo refuerza con personas del talante de Óscar Puente, al que tuve la ocasión de tratar una temporada en la Federación Española de Municipios y Provincias. Les juro que es un hombre que no engaña ni disimula. Es tal y como parece. Y no es ningún piropo. Así está el nivel.

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