No comprendo cómo los ecologistas pueden estar en contra de un fenómeno gracias al cual se han salvado extensos territorios de la agresión industrial. El ecosistema de la dehesa sobrevive en buena medida gracias a la ganadería brava. No entiendo cómo se puede discutir la lidia desde un punto de vista ecológico cuando debido a ella, aunque indirectamente, se han salvado de la destrucción tantas dehesas y marismas.
De las academias, ¡líbranos, Señor!
Me dispongo a arremeter, lanza gramatical en ristre, contra la Real Academia Española… Nada menos. Que el Ingenioso Hidalgo venga en mi ayuda, pues puedo terminar tan tundido como él cuando alanceó las aspas de los molinos manchegos.
La literatura como magistra vitae (2)
Reanudo y pongo fin, tal como en mi anterior columna anuncié, a estas reflexiones sobre algunos de los modos y maneras en los que la lectura fue, y sigue siendo, el papel pautado de mi experiencia vital. «Rata literata», me llamaban los compis en el cole, y yo me ponía muy contento. Mientras ellos, durante los recreos, daban patadas a un balón que parecía un obús, yo hablaba con un amigo, también lector, de los últimos libros que habíamos devorado o que nos disponíamos a devorar.
La literatura como Magistra Vitae (1)
Borges decía que estaba más orgulloso de los libros que había leído que de los libros que había escrito. Yo iría un poco más lejos y diría que estoy más orgulloso de los que he hecho leer a los demás que de los que he escrito y de los que he leído.
Los temas de nuestro tiempo
Respuestas a cuatro preguntas formuladas por Arturo Hernández González, de la revista colombiana Noche Laberinto. Es una primicia, todavía inédita. Las redacté a las tres de la mañana del martes 24, desvelado y preocupado por lo que Ortega llamó “El tema de nuestro tiempo” y lo puso como título de uno de sus libros. Aún no he remitido este texto a la revista en cuestión. Curiosa sincronía, porque el insomnio, unido a lo que pasa en el mundo, y no digamos en España, me sumió en un laberinto nocturno. Téngalo el lector en cuenta
Infeliz año nuevo
No hay columnista ni, a cuanto parece, ser humano que en estos frívolos y, a la vez, siniestros días –los de las fatidicas navidades en las que toda estupidez tiene cabida, pero no los hermosos relatos de la Historia Sagrada– no acribille la paciencia de sus lectores y del prójimo con el sonsonete de desearles un feliz año nuevo.
Disidentes y coincidentes
Los días 20, 21 y 22 de enero dirigiré en El Escorial el XXXVI Encuentro Eleusino. He propuesto como tema y he puesto como título éste: Disidentes. Los hijos de Prometeo.
Ojo… Disidentes, no Disidencias.
¿Caballero del alto plumero…
Ese popular estribillo de la zarzuela Luisa Fernanda debieron de tararear para sus adentros los estupefactos asistentes al acto de homenaje a la escritora Almudena Grandes que se celebró hace unos días en el Ateneo de Madrid. Lo presidía nada menos que quien también preside el Gobierno, la polvorienta Internacional Socialdemócrata ‒que a Socialista no llega, porque el socialismo ha muerto, aunque sus exequias se prolonguen
Toda una vida. 1936 a 2022 (fotonovela)
Toda una vida. 1936 a 2022 (fotonovela)
Otra generación perdida
Escribo esta columna en vísperas del día de Todos los Santos. Enseguida llega el de Difuntos. Viejas palabras que no han de dejar de sonar. Detesto Halloween. Voy a vacíar para mi hijo pequeño, que quiere disfrazarse de cubo de Rubik. una calabaza, le abriré unos ojos, le pondré una boca y dentro meteré una vela.
A religiones muertas, religiones puestas
Nos cuentan los Hunos y los Hotros (Unamuno dixit) que el mundo de nuestros días se ha vuelto laico. ¡Menuda trola! ¿Acaso la Santa Madre Democracia, cuyo Vaticano está en la ONU, no es una Teocracia en la que sus teólogos predican, como antes lo hacía la Iglesia, que fuera de ella no hay Salvación (así, en mayúscula)?
Crónica del caos
Que el mundo de hoy está sumido en el caos es algo tan evidente que no debería ser objeto de ulterior comentario. Todos los cimientos, los vectores, los factores, los amortiguadores y los valores de lo que Stefan Zweig llamó en sus memorias El mundo de ayer. Recuerdos de un europeo han saltado por los aires.
Echar pie a tierra
No falla. Cuando alguien me presenta en público, ya sea para intervenir en algún acto cultural, ya para ser entrevistado en cualquier programa de radio o de televisión, el presentador me adosa la etiqueta de “impenitente” y/o “infatigable” viajero. Esos dos adjetivos son las infatigables e impenitentes muletillas del calificativo en cuestión.
A vueltas con el zoo humano
Zoo, digo, porque la antropología es una rama de la zoología y a una edad tan avanzada como la mía no hay persona que no se sienta un sí es no es antropóloga o incluso, a qué engañarnos, un poco antropófaga, pues cada vez tengo peor opinión de esos seres a los que llaman humanos.
Una familia franquista
Hay quienes piensan que sólo las amistades fraguadas en la niñez merecen ese nombre y duran toda la vida. No sé. Puede que sí, puede que no, pero mi relación con Paco Sanz Esponera, pues así se llamaba la persona en cuestión, se ha mantenido, siempre incólume, al sesgo de más de ocho décadas.
Cosas que sólo a mí me interesan
Llegó la democracia, el igualitarismo, el socialismo, el turismo, la tecnología, el exceso de dinero generado por la confiscación tributaria, y Soria se fue convirtiendo en lo que ahora es: un lugar como tantos otros. Tuve que huir de ella y bucar refugio en una hermosa aldea de su tierra firme.
Escribir en la nieve
Doy noticia de un libro fascinante que me ha tenido un par de días sumergido en su lectura. Su autor es Santiago Velázquez, del que poco puedo decir pues sólo sé de él lo que de modo muy sucinto cuentan las diez líneas del texto que figura en la solapa. Lo edita Caligrama. Lo prologa Juan Bonilla con su infalible sagacidad. Su título es el que hoy lleva mi columna.
Tolle, lege
Es opinión bastante extendida, pero no del todo generalizada, la que sostiene que el paraíso es la niñez y que, cuando ésta acaba, el resto de la vida se convierte en algo similar a lo que debieron de sentir Adán y Eva cuando la inmisericorde cólera de Yavé los conminó a mudarse a un lugar oscuro y frío situado al este del Edén.
¿El infinito en un junco?
Ayer fue domingo 13 de junio. Este ha sido el último fin de semana de la Feria del Libro de Madrid. Yo no he estado en ella. Dios me libre. No estuve tampoco en las diez o doce anteriores, quizá trece o catorce, con una sola excepción, a la que no pude negarme. Fue cuando en 2019 saqué mi libro de diálogos platónicos con Santiago Abascal: España vertebrada (Planeta). Y allá que nos fuimos los dos, hombro con hombro, hombre con hombre, patria con patria, libro con libro. Firmamos muchos ejemplares.
Tradición, traición, plagio
Feria de san Isidro: veinticuatro corridas, dos de rejones y tres novilladas con picadores. Veintinueve días consecutivos para un aforo de veinticuatro mil personas. ¿En qué parte del mundo, entre qué gentes, preguntaba Espronceda en El diablo mundo, aunque lo hiciera en distinto contexto, puede darse un fenómeno de análogas características? Los muertos que los antitaurinos matan con tan escaso éxito gozan, como los del Tenorio, de inmejorable salud.
Recuerdos de Ucrania
Anduve por allí en dos ocasiones, hace de eso ocho años, la primera, y siete, la segunda, gracias en ambos casos a los buenos oficios de mi amigo Gerardo Bugallo, a la sazón embajador de España en Kiev. Fue él quien me invitó, con la venia de las instituciones culturales del país que ahora está, por desgracia, en boca de todos, a dar una conferencia sobre nuestra historia en el aula magna de la universidad.
Mapa mudo
Mis coetáneos recordarán aquellos mapas mudos que nos ponían, de niños, en el colegio cuando en los colegios aún se enseñaba geografía. En ellos figuraban, dibujados, los ríos, los montes, los golfos, los cabos, las ciudades, las provincias y cosas así, pero sin sus nombres. Los chavales teníamos que añadirlos. Una experiencia similar es la que aflige al escritor, como es mi caso, que cultiva la literatura autobiográfica.
Elefanticidio (el día en el que fui clarividente)
Han pasado diez años desde aquel 14 de abril ‒¿o fue el 13‒ de 2012 en que nos llegó la noticia de que Su Augusta Majestad don Juan Carlos de Borbón, que por aquel entonces aún era Rey de verdad y no, como ahora, de eméritas mentirijillas, se pegó un trastazo en Botswana poco después de que los hombres armados de su séquito remataran de treinta y cinco tiros a todo un señor elefante…
Conclusiones a las que he llegado en mi último viaje
Este último viaje me ha llevado a Atenas (de paso… ¡Qué ciudad tan fea! Ni siquiera el Partenón, que está sobredalorado, la salva), a Eleusis (para dirigir allí en compañía de Javier Sierra y otros ponentes de similar arboladura un encuentro filosófico) y a tres islas del Egeo para rastrear las huellas, los posos, las sombras y los ecos del Apocalipsis que el evangelista Juan vislumbró y cartografió en su patatús de la Santa Gruta de Patmos.
Brahma, Vishnú, Shiva y la guerra de Ucrania
La cosmogonía del hinduismo se codificó en el Rig Veda, texto que suele fecharse a mediados del segundo milenio antes de Cristo, y en esa jerarquía de dioses creadores, conservadores, transformadores y destructores podemos encontrar la explicación mitológica de lo que está pasando en Ucrania.
Zelensky y Aquiles
O, mejor, Aquiles y Zelensky, por orden de cronología y de jerarquía. El primero es el héroe por antonomasia; el segundo, que juega a serlo con el apoyo de los espectadores y los vítores de los medios de deformación, lo es sólo de guardarropía. No en balde se trata de un actor, de un bailarín, de un transformista.
La España vaciada (o de hutus y de tutsis)
A todos, o a muchos, y a mí entre ellos, nos parece simpático y justificado el fenómeno de reivindicación regionalista que acaba de producirse en las elecciones autonómicas de Castilla y León, y que pronto se extenderá a Extremadura, a Aragón, a Galicia, a Andalucía… ¡Ah, y a Murcia! Pero no nos engañemos. Esa atomización y multiplicación del partidismo en un país que está ya devorado por la metástasis del cáncer de la partidocracia y de las Autonomías, históricas o no que sean, puede ser uno de esos tiros que salen por la culata.
Metaversos: El timo de la estampita
Ayer, por el miércoles 2 de febrero, cité una frase de Spinoza en mi cuenta de Twitter. Era ésta: Por realidad y perfección entiendo la misma cosa». Con ella clavaba un certero dardo en el centro de la diana del corazón del mundo de hoy uno de los tres filósofos más importantes de la historia. Los otros dos, por cierto, son ‒faltaría más‒ Platón y Aristóteles, dicho sea sin desdoro de Descartes, Kant, Schopenhauer y Hegel. ¡Ah! Y de Heidegger.
Lo que el viento no se llevó
Hoy quiero dar cuenta de un libro recientemente aparecido. Lo ha editado Notorious en cartoné y con una tipografía bellísima. En su portada campean los rostros de Clark Gable y Vivien Leight, volcado el del varón sobre el de ella, a punto ya de besarse. Su autor es José Luis Garci. Su título es el de la película más famosa de la historia del cine y el de la novela de Margaret Mitchell que la inspiró: Lo que el viento se llevó.
El mito de las tres Cavernas: Platón, Patmos, Segismundo (sobre la libertad. 2)
«La naturaleza humana», argumentó el filósofo y economista Stuart Mill en su ensayo Sobre la libertad, publicado en 1859, «no es una máquina que se construye según un modelo dispuesta a hacer exactamente, como un robot, el trabajo que se le prescribe, sino un árbol que necesita crecer y ramificarse libre e incluso desordenadamente a impulsos de las fuerzas interiores que lo convierten en algo vivo».
El mito de las tres Cavernas: Platón, Patmos, Segismundo (sobre la libertad. 1)
La libertad es, por una parte, algo natural, que no se da ni se quita, sino que se tiene o no se tiene ‒por eso todos los políticos mienten cuando nos dicen que vivimos en un régimen de libertades por ellos formuladas, dispensadas y garantizadas‒; y, por otra parte, la libertad ‒nos dice su definición canónica‒ descarga sobre los hombros de su usuario el duro peso de la responsabilidad.
Cosas que se hacen por última vez
He aprovechado el interminable puente de la Constitución y la Inmaculada, antaño Día de la Madre, para poner en compañía de mi hijo pequeño lo que suele ponerse en estas fechas: el Belén y el Árbol. Es uno de los dos momentos del año en el que la historia sagrada, esa importantísima asignatura que ha desaparecido de los planes de estudio, se cuela en nuestros hogares.
Coñito, ergo sum
Sucedió ‒de ahí viene la frase que sirve de título coñón (nunca mejor dicho) a esta columna‒ en junio o quizá en septiembre de 1956. Escenario: una de las aulas de la Facultad de Filosofía y Letras de Madrid. Yo era entonces alumno del segundo curso de Comunes. Íbamos a examinarnos de una asignatura importante: nada menos que de Historia de la Filosofía. La impartía don Ángel González Álvarez.
Metaversos y unicornios
No lo tomemos a broma. Los Rockefeller, Bill Gates, Steve Jobs, Soros, Jeff Bezos, Mark Zuckerbeg, la patulea de Davos, la de Bilderberg, la del G 5, las de la Agendas 30 y 50 y demás ralea nunca han escondido sus conexiones con las sectas luciferinas
Afganistán. Las mil y una noches (sexta y última parte)
Última de verdad. Lo juro por Yavé, por Belcebú, por Alá, por Júpiter y por todas las deidades todopoderosas del Olimpo, de los Cielos y del Hades. Se me fue la pluma. ¡Menudo culebrón estoy escribiendo!
Afganistán. Las mil y una noches (quinta y penúltima parte)
No dije, en las entregas anteriores, que cerca de Kandahar había una base americana. Fuimos a ella para ver si accedían a remolcar el coche desde su tumba náutica hasta la tierra firme, pero no conseguimos superar los obstáculos de la burocracia… O sea: que nos dieron con la puerta en las narices.
Las mil y una noches (Afganistán. Cuarta parte)
El diluvio seguía. Serían ya las ocho de la noche cuando el camión del rescate nos dejó ante el portón de acceso a un hotel de cochambrosos bungalows casi desierto en el que pedimos y obtuvimos hospedaje. Sólo moraba en él, aparte de nosotros, un danés de colosal estatura y espíritu generoso que poseía un Land Rover en el que había llegado hasta allí y que se ofreció a llevarnos en cuanto amaneciera al escenario de la catástrofe y a remolcar el Volkswagen hasta tierra firme.
Las mil y una noches (Afganistán, tercera parte)
Dejé mi relato en el instante, a la del alba, en el que volvimos a la carretera de asfalto para reanudar el trayecto hacia Kandahar. Era, ya dije, una soberbia autopista (sin peaje) construida a partes iguales por los rusos y los estadounidenses. Que la obras públicas y la hipocresía de las relaciones diplomáticas unan lo que las ideologías separan.
Las mil y una noches (Afganistán, segunda parte)
Llegamos a Kabul, envueltos por una penumbra cada vez más intensa, cuando ya atardecía. Aquello, más que una ciudad o lo que por tal suele entenderse, era un gigantesco caravasar, un enjambre de viriles rostros barbados y de silenciosas presencias femeninas arrebujadas en sus burkas, una colmena de usos, costumbres, imágenes, actitudes y situaciones que parecían salidas de una película de Hollywood ambientada en la época de Harún al-Rashid.
Afganistán: las mil y una noches (primera parte)
No se extrañe ni, menos aún, se soliviante el lector si eludo hablar aquí de las previsibles consecuencias políticas, económicas, diplomáticas, sociales, morales, militares y religiosas de la crisis originada por la derrota del mundo occidental en el avispero afgano. Efecto dominó. De eso ya he escrito en otras partes y lo seguiré haciendo, aunque a rastras de la actualidad y con la desgana que ésta siempre suscita en mí. Afganistán, país sin estado que recorrí muy a fondo, por carretera…
En este país
Resignémonos a la evidencia de que la progresía y los supremos hacedores de la demoníaca globalización se han salido con la suya. Trinitario es el nuevo monoteísmo, similar en eso, sólo en eso, al de la ley cristiana: Fundación Rockefeller, Soros, Bill Gates. Todos al servicio del único Dios: el Becerro de Oro, Mammon, la Araña (Internet), el G5, la Agenda 2030, la Agenda 2050. Su consigna es ir contra natura, contra la historia, contra la tradición, contra la identidad, contra la humanidad…
Si no amaneciera
Parece ser que está a punto de promulgarse la infame Ley de Memoria Democrática, antes Histórica. Quizá se haya promulgado ya. No lo sé. Asqueado por lo que ocurre y por lo que la prensa dice a cuento de lo que ocurre, he dejado de seguir su trayectoria. Pero el relato que sigue guarda relación con esa ley y con la estrategia de lobotomización totalitaria que se agazapa en su trastienda.
No, a veces, también es sí
¡Si hasta los piropos quieren penalizar los enemigos de las mujeres! La izquierda se ha vuelto misógina. Ante mí, y ante cualquier otro escritor que quiera rayar a la altura de la deslenguada sinceridad exigida por su vocación, se abre la disyuntiva de seguir escribiendo como lo hacía antes de que las barcazas de la LGTBI desembarcasen en Normandía o de agachar la cabeza y resignarse, acojonado, a contar historias light sin cafeína y con edulcorantes para niños de primera comunión, pastorcillas de Fátima y hermanitas de la caridad de género.
Extranjero en los campos de mi tierra
A saber… Soy diurno, no nocturno ni, menos aún, noctívago. Me acuesto a eso de las nueve. Detesto trasnochar. Me chifla madrugar. Apenas desayuno. Me gustaría almorzar hacia las doce, como en los países civilizados, pero eso en España es imposible. Trabajo doce horas al día todos los días del año. Nunca tomo vacaciones. No desconecto (horrible palabreja). Nunca voy a la playa. No me gusta la cerveza…
Mi espía favorita
El pasado martes presenté en un restaurante cubano de Madrid mi último y muy reciente libro: Habáname, publicado por Harkonnen. Lo hice acompañado por Antonio Dyez, el editor, y por José Luis Garci. El acto quedó muy chulo. Lo regaban mojitos y daiquiris. El libro es una resurrección, una aventura, una travesura, un divertimento, un paréntesis no autobiográfico y una bifurcación en mi cartografía literaria…
Su reino por un indulto
¿Se ha vuelto loco Pedro Sánchez? La verdad es que los ojos, últimamente, se le extravían un poco. ¿Se han vuelto locos sus ministros? ¿A qué espera Margarita Robles para dimitir? Y la señora Calviño, que también pone los ojos en blanco al escuchar las idioteces que suelta a su lado en el hemiciclo la vicepresidente puesta a dedo por Iglesias, ¿dará un portazo? ¿Se cansará Marlaska de recibir zasca tras zasca? En cuanto a Irene Montero, tan sola, la pobrecita…
Todas las criaturas grandes y pequeñas. Sincronías…
Ayer por la tarde – la del 22 de noviembre del primer año de la Peste– terminé de leer Un caserón en Castilfrío, el libro de Satur Napal Lecumberri al que estas líneas, muy breves, pues carezco de tiempo para más, quieren servir de invitación a su lectura. Un par de horas después, ya por la noche y recogido en mi cama, vi el último episodio, por ahora, de una serie televisiva cuyo título es el mismo que aquí campea y que calza de maravilla a lo que hay en el libro.
Entre el temor y la esperanza
Las columnas que desde hace ya varios meses publico en Posmodernia por amable invitación de Juan José Coca son para mí, y espero que también para sus lectores, si los hubiere, un remanso de filosófica paz y sub especie aeterni en el agobiante ajetreo que el látigo de la actualidad impone al columnista, y a todo quisque, en días tan convulsos como los que corren. Hoy, sin embargo, jueves 29 de abril, metido ya de lleno en la recta final de lo que acaso sean, a pesar de su limitación geográfica, las elecciones más importantes de cuantas se han celebrado en nuestro país desde que el Rey Juan Carlos, hoy Emérito, regresó al trono que otras elecciones ‒las del 14 de abril de 1931‒ habían dejado vacante
Omnia vulnerant, ultima necat
Hay días chungos, días borrosos y emborronados, días en los que las flores del mal abren sus pétalos en las cunetas del alma y difunden su ponzoña en todos los rincones de la conciencia. Decía Gil de Biedma, en verso repetido hasta la saciedad de la sociedad, que envejecer y morir es el único argumento de la obra. Si lo segundo es cierto, y lo es, poco importa lo primero.
Dos caras de la misma moneda
A propósito de la extraordinaria exposición virtual de Arte y Ciencia organizada en el Museo de Ciencias Naturales de Madrid por la Fundación Ercilla y el CSIC. «…el afán de modernizar al bachillerato y de especializar a los bachilleres subvirtió radicalmente la universalidad del humanismo y puso en marcha, a mi juicio, el proceso de deterioro, solapado durante mucho tiempo, pero hoy muy visible, de nuestro actual sistema docente».
Fukushima: doce horas en el infierno
Durante este mes se conmemora el décimo aniversario del terremoto de Fukushima (Japón). Cuatro meses después del terremoto y veinticuatro horas después de recorrer la zona, Fernando Sánchez Dragó, nos da detenida cuenta de su experiencia, la cual reproducimos a continuación por su interés.
Un país en el diván de Freud
Yo no sé de ninguna otra nación, excepto, si acaso, Rusia, que se vuelva hacia sí misma y sobre sí misma se vuelque para ser planteada y entendida como un problema. Sólo los españoles dudan una y otra vez, inasequibles a ese desaliento y contumaces en él, de la propia identidad y de su devenir histórico. Lo estamos viendo. Si tener patria consiste, como dijo Ortega, en considerarse partícipe de un proyecto sugestivo de vida en común o, como añadió José Antonio, en aceptar la integración en una supuesta unidad de destino en lo universal, es evidente que ni lo uno ni lo otro congregan aquí el consenso necesario para que haya quórum.
Una escritora en busca del tiempo perdido
No soy crítico literario (los detesto), sino lector crítico que busca pepitas de oro en la lectura y se pone muy contento cuando las encuentra, lo que no es frecuente. Por eso hablaré hoy en esta columna de una joya literaria: la novela Gema, de Milena Busquets, que acaba de salir con sello de Anagrama y es, en efecto, a mi falible, pero berroqueño juicio de lector minero, tal y como su título sugiere, una minúscula piedra preciosa en el grisáceo expositor de orfebrería de la actual narrativa española.
Gambito de dama o de las ventajas de no jugar al ajedrez
Alguien me había encomendado la noble misión de ilustrar y ponderar las ventajas del ajedrez, pero el viento propone y la vela dispone. Haré justamente lo contrario –mencionar las desventajas del presunto juego– y acto seguido me entregaré donde corresponda con la cabeza gacha. No quiero convertirme en cimarrón.
Así éramos. Noticia de un cronopio
Mi libro Volapié (toros y tauromaquia) lleva la siguiente dedicatoria:«A mis dos mejores compañeros de armas taurinas: Ángel Asensio y Manuel Bayo». Los dos han muerto, y no lo hicieron en la plaza. Sólo hablaré hoy, aquí, del segundo. Del otro ya lo hice en los dos primeros volúmenes de mis Memorias (Esos días azules y Galgo corredor).
Elogio de la locura
Erasmo de Rotterdam publicó en 1511 esa obra decisiva en la historia del pensamiento y de la literatura. El Quijote, por poner sólo un ejemplo capaz de volver inútiles todos los demás, nunca se habría escrito sin ese ilustre antecedente. Es seguro que Cervantes la leyó. La cultura de nuestro siglo de oro fue erasmista hasta la médula. Marcel Bataillon lo demostró en su monumental Erasmo en España, que yo tuve la fortuna de leer en mis años universitarios no por mérito propio, sino porque me indujeron a ello Rafael Lapesa, Dámaso Alonso y Santiago Montero Díaz, que además de catedráticos eran maestros en la acepción latina de la palabra.
Padre Tao
A ver, a ver… ¿De qué hablo hoy en esta columna, que es la primera del año entrante? Hojeo mi bloc de notas, escrito a mano, como Dios manda, y mi voraz mirada de conspicuo columnista practica el surf sobre los temas que la actualidad, siempre invasiva, me sugiere mientras los amigos de la redacción de Posmodernia insinúan discretamente, como en ellos es costumbre, otros dos asuntos…
Cuento de Navidad
Esta columna aparecerá el 24 de diciembre. ¿Les suena la fecha? La escribo en la víspera, hacia las seis de la tarde, cuando ya las sombras del crepúsculo de un día de temperatura moscovita, se cuelan por mi balcón. Acabo de dejar en mi cuenta de Twitter, poblada ya por casi tantos seguidores como forofos de los merengues caben en el Bernabéu, un picotazo en el que propongo que se traslade al 23 de diciembre la conmemoración del degüello de los Santos Inocentes. El Senado ‒explico‒ acaba de aprobar la Ley Celáa, émula del decreto que promulgó Herodes.
Yo también he bajado la guardia
No permitan que el título de esta columna los muevaN a error. No voy a hablar en ella del Covid (o de la Covid, porque los políticos, los epidemiólogos, los tertuliaSnos, con esemayúscula intercalada, y los sedicentes periodistas nos han armado tal lío con la pandemia y la podemia que ya ni los académicos saben lo que es femenino y masculino). Lo aviso porque eso de «bajar la guardia» se ha convertido en una muletilla ‒por algo rima con Illa‒ que no se les cae de la boca a quienes nos gobiernan, nos adoctrinan, nos ponen el tacataca y nos dan con la palmeta en los nudillos del libre albedrío.
¿En qué momento se jodió la humanidad, Zavalita?
Disculpen el taco. Me avala un premio Nobel: fue Mario Vargas Llosa, como todo el mundo (menos los de la Ley Celaá, con doble a de asnalfabetización) sabe, quien lo rehabilitó y catapultó a la respetabilidad literaria en el primer párrafo de su Conversación en la Catedral.
El Silencio
Así se llama la última y muy reciente novela de DonDeLillo. Es de este año, aunque su acción transcurre en 2022. La edita Seix Barral. Acabo de leerla. Es domingo. Cinco amigos quedan para cenar en un apartamento de Manhattan. «De pronto», dice la contraportada, «un apagón deja el mundo a oscuras y las conexiones digitales se cortan». Es un relato breve, seco, conciso, de ciento ocho páginas que son otros tantos derechazos ‒o izquierdazos…
Entrar dando un portazo
Hoy arranca mi colaboración en Posmodernia. Escribiré una columna cada dos semanas. El tema será libre y la extensión también, sin sobrepasar los límites de lo razonable. Puedo escribir, en teoría, sobre lo que me venga en gana y hacerlo a rienda suelta, sin tironear de las bridas del léxico y de la gramática.
Buen viaje, amigos
Carta abierta de Fernando Sánchez Dragó a Posmodernia y su nueva singladura.